Entre amigos

lunes, 6 de junio de 2011

Acabo de terminar la lectura de Borges, de Adolfo Bioy Casares en la edición minor (la original, me temo, acabaré leyéndola más adelante). Ha sido un proceso largo y, en ocasiones, no lo voy a negar, tedioso, pero creo que al final ha merecido la pena  por el mayor conocimiento que me ha dado de uno de los escritores a los que más admiro a pesar de lo que he descubierto leyendo este libro. O gracias a ello, porque he descubierto a un Borges más humano, contradictorio, despótico en ocasiones, con una lengua que ya la quisiera para sí una cobra, que va evolucionando en sus gustos con el paso del tiempo.

El libro recoge algunos fragmentos de las conversaciones mantenidas por Adolfo Bioy Casares y Jorge Luis Borges entre 1947 y 1986, año en el que Borges falleció. Los temas de conversación son de lo más variado, pero la mayor parte están centrados en la literatura: autores preferidos, géneros, literaturas nacionales (consideran que la española no es una de las literaturas más relevantes de la Historia, por cierto), idiomas, traducciones, crítica, poesía, opiniones sobre otros autores (en las que el 99% de ellos no sale muy bien parado), las dudas de Borges en sus relaciones con las mujeres que pasaron por su vida... Mención aparte merece una señora que aparece en pocas ocasiones, pero que ha sido uno de los grandes hallazgos del libro: la señora Bibiloni de Bullrich (una señora que es, según Borges, "invulnerable a la realidad").


He conocido a un hombre que nada tiene que ver con el Borges modesto (hasta la náusea, a veces) que aparece en las entrevistas y que siempre pone reparos a sus propias opiniones. En libro critica a diestro y siniestro a autores como su cuñado Guillermo de Torre, a Rafael Cansinos Assens (que lo  veneraba, por cierto), a Shakespeare, a Quevedo... Pero de puertas a dentro, todos cambiamos, supongo. Un análisis como el que hace Bioy de su amigo (conversaciones privadas mantenidas durante años) no hay ser humano que lo aguante sin ser pillado en alguna (o muchas) faltas.


Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares

Os dejo algunos fragmentos del libro:

 Domingo, 26 de octubre (1952): (hablando de las obras inéditas). Me asegura que es indispensable destruir todos los papeles porque el día menos pensado uno desaparece y los amigos le publican esas grietas y esos estigmas. (Nota de la que suscribe: el libro es un ejemplo de eso mismo que tanto teme Borges).

 Sábado, 1 de enero (1955). Sobre el comunismo dice: "A la gente le gusta, porque les da un carácter y un grupo de amigos. En cuanto a las opiniones, también las dan desde Moscú, y como esas opiniones cambian según los momentos, nadie se aburre".

Sábado, 12 de noviembre (1955). Habla del momento alarmante en que empezamos a sospechar que la persona inteligentísima, que acaban de presentarnos, es un aburridor de peso.

Miércoles, 20 de junio (1956). "La verdad, como dice Lugones, no tiene por qué estar a mitad de camino, ser equidistante".

Miércoles, 24 de junio (1957). "Si un día se llega a saber lo que ocurre después de la muerte, la mitad de la literatura y de la filosofía quedarán invalidadas".

Martes, 30 de junio (1957). "Quizá provenga la tristeza de la conciencia del horror de la vida, de tener qu emprender una nueva jornada. Algo que también entristece es hacer cosas que uno sabe que no dejarán ningún recuerdo".

Jueves, 25 de junio (1959). Me cuenta que al cruzar la calle Piedras, casi lo pisa un ómnibus; levantó la vista y leyó un enorme letrero: Vicente P. Cacuri. Dice: "Qué raro si lo último que hubiese pensado antes de morir hubiese sido Vicente P. Cacuri. Nadie lo hubiera sabido".

Domingo, 22 de noviembre (1959).  "Lo que hace encantador a un poeta es lo que lo vuelve insoportable. Lorca es bueno cuando es simple, cuando recuerda la poesía popular; cuando escribe con metáforas es inmundo".

Sábado, 27 de agosto (1960). Comenta (leyendo un título): "Cultura universitaria: oxímoron".

Viernes, 10 de agosto (1962). "En la literatura, tarde temprano, desenmascaran a todo el mundo".

Lunes, 24 de febrero (1964): María Esther lo ayudó a hacer la valija. "Cuando la vi en esas tareas caseras casi lloré. Más que los diálogos de amor, que al fin y al cabo son casi iguales con cualquier mujer, me conmueve lo doméstico, lo que no sirve para la poesía. ¿Comprendés? Me sentía al borde de una larga costumbre, de un largo tedio, por qué no, que es la verdadera felicidad".

Y no sigo, no me vaya a buscar problemas con la Sinde.

Si os gusta Borges, imprescindible.

4 comentarios:

Hutch dijo...

¿Soportará este libro la imagen personal que las entrevistas en TVE dieron de Borges? Leí hace tiempo una autobiografía de Bioy Casares y resultó muy decepcionante. Saludos.

Suntzu dijo...

Pues, en cierta forma, Angelus, contradice la imagen que da en esas entrevistas. No en lo que respecta su sabiduría, a su memoria o a su amor por la lectura, pero después de leer el libro no me parece tan modesto. Me parece una modestia impostada. A menos que al hablar en público, fuera de las cuatro paredes de su casa (o la de Bioy), desarrollara cierta timidez y, con ella, esa humildad que se percibe cuando ves las entrevistas. Volvemos a la contradicción, a las dos caras que todos tenemos, la pública y la privada. Las dos pueden ser distintas y, en el momento en que estamos actuando en una u otra situación, las los pueden ser igualmente verdaderas. Sinceramente, no sé qué pensar.
Saludos.

Cristina dijo...

¡Hola! Buscando fotos de Bioy Casares y Borges he dado con este blog por casualidad. Estoy leyendo este libro estos días y aunque tienes razón en la mayoría de aspectos que comentas, también me gustaría destacar el agudísimo sentido del humor que se desprende de las conversaciones. Han conseguido que me ría a carcajadas más de una vez. Lo estoy disfrutando muchísimo.

Suntzu dijo...

¡Hola, Cristina! Bienvenida. Es cierto lo que dices y no sé por qué he pasado por alto ese aspecto del libro. Yo también me he reído bastante con las observaciones de Borges; casi siempre, con las menos políticamente correctas.
Otro aspecto que me parece admirable es la memoria de los dos escritores. ¿Cómo es posible que se pongan a recitar, en un momento, a Bécquer, a Goethe o a Coleridge y, al siguiente, partes de "Beowulf"? Impresionante.
Un saludo.