Bailando con dragones

viernes, 19 de agosto de 2011

Hace media hora más o menos que he terminado A dance with dragons, la quinta entrega de la saga Canción de hielo y fuego, de George R. R. Martin. He pasado el verano leyendo los cuatro tomos que me quedaban para completar la saga (la falta de presupuesto para irme de vacaciones y mi bronquitis han ayudado bastante) y he de decir que ha sido una experiencia maravillosa. Ahora no sé cuánto tendré que esperar para saber cómo sigue la historia. Años, probablemente. Espero que al autor le dé tiempo a escribir los dos tomos que concluirán la heptalogía.
Puede que Martin no sea un poeta, que tenga un estilo muy directo, que lo suyo no sea literatura en un sentido estricto, entendida como "arte de la palabra", pero nadie puede negarle que es un genio construyendo personajes y contando historias que es de lo que se trata, al fin y al cabo: tener una buena historia y contarla, en este caso, a través de múltiples voces. Aunque para muchos puede constituir un defecto, este autor tiene una visión cinematográfica y un sentido del ritmo (lo que en tochos de mil páginas es complicado) magníficos.
Para el lector, estos libros son una montaña rusa: nunca sabes lo que puede pasar. Nunca debes dar nada por sentado. Te dices: "Este personaje me cae bien, parece importante. Vamos a ver hasta dónde llega". Y resulta que el autor se lo carga tres capítulos después. Todos tienen matices, una historia, una justificación para ser como son y actuar como actúan. A mi parecer, no hay buenos ni malos, solo gente que lucha por sobrevivir en las circunstancias que les ha tocado.
Peter Dinklage, actor que da vida a Tyrion Lannister
Respecto a los personajes, tres son mis favoritos: la pequeña Arya Stark, el bastardo Jon Snow y, el gran descubrimiento, el enano Tyrion Lannister. A este, probablemente le dedique una entrada otro día porque la merece.

Por ponerle alguna pega, he de decir que el quinto tomo ha sido el que menos me ha gustado de todos. Creo que se le ha ido la mano con algunos de los giros que ha dado a los hechos y que la historia de determinados personajes ha quedado bastante deslucida. Supongo que parte de la culpa la tiene la introducción de un mayor número de elementos mágicos que, si bien es cierto que abren muchas posibilidades, también suponen un peligro en cuanto a la coherencia de la historia. A mí, particularmente, me molesta bastante el tema de "personajes muertos que aparecen de nuevo no se sabe muy bien cómo ni de dónde ni por qué". Y encima, va y no resucita al que yo quería.

Pero bueno, bromas aparte, lo mejor de todo ha sido poder volver a pasarme horas y horas (y más horas) leyendo, incapaz de dejarlo a pesar del escozor de ojos, de la tos y del cansancio; meterme en la piel de los personajes como no lo hacía desde que era una niña y cada vez que cogía un libro (Verne, Tolkien, Bronte, Blyton, Dumas, Salgari, D´Amicis, Ende...) no existía nada más e incluso necesitaba unos segundos, cada vez que dejaba de leer, para volver a centrarme, a tomar conciencia de mi realidad; pero sólo el tiempo necesario para hacer lo que tuviera que hacer y volver a perderme en el libro.

Si no me tomaran por loca, diría que este verano lo he pasado de vacaciones en Poniente, bailando con dragones.



2 comentarios:

Hutch dijo...

Bueno, pues ya sabemos en qué has empleado el "largo y caluroso verano". No puedo comentar nada de la saga que mencionas. Espero que te hayas recuperado de la afección que mencionas. Un abrazo.

Suntzu dijo...

Angelus, pues ahí sigo con la bronquitis. Me alegra verte de vuelta.

Un abrazo.