Mi puerta a otro mundo...

viernes, 21 de septiembre de 2012

... cumple 75 años. Tal día como hoy en 1937 se publicó The Hobbit, or There and Back again, más conocida como El Hobbit, de J.R.R. Tolkien.

Fue el primer libro que me prestaron y no devolví. Y no lo hice por despiste. Lo hice a conciencia, avisando incluso a su dueña, mi vecina Chusa. Era una bohemia (por así decirlo) bastante aficionada a la marihuana (quizá debí contar con que no se acordaría de habérmelo prestado) que, en el fondo, siempre me dio algo de miedo, pero a quien tengo que agradecerle la lectura de dos libros que todavía hoy considero fundamentales en mi vida: Jim Botón y Lucas el maquinista, de Michael Ende (que me regaló cuando cumplí 12 años) y este (que terminó siendo un regalo forzado). 



Porque en cuanto lo leí, supe que ese libro era mío. No por poseerlo, sino porque esa historia estaba ya en mí (de la forma en que están las historias que lees con la sensación de recordarlas, no de descubrirlas) y se quedaría ahí para siempre. Porque después llegó El señor de los anillos, una obra mucho más madura, pero en la que probablemente no habría entrado si no hubiese cruzado primero la puerta verde de Bolsón Cerrado de mano de un viejo mago y trece enanos. Me resultaba imposible separarme del libro y estuvo conmigo durante seis años más, hasta que mi perro Ruflo tuvo a bien comérselo. Cosas que pasan.

Aunque suene exagerado, el mundo de Tolkien me ha salvado más de una vez de mí misma y de mis circunstancias, ha sido mi refugio cuando el mundo real resultaba más terrorífico que las oscuras minas de Moria. Todavía lo sigue siendo. Así que, tal día como hoy, solo puedo decir: Gracias, Mr. Tolkien.

Gracias, Chusa.

2 comentarios:

Hutch dijo...

¿Qué pasó con el voraz perro, fue deglutido por Smaug? Un gato no se atrevería a tamaña fechoría. En cuanto al poder salvífico de la literatura, habría mucho que discutir: ¿realmente es así o no es más que otra "sustancia" adictiva? Saludos y buen cominezo de curso.

Suntzu dijo...

El perro creció (me hizo la jugarreta con apenas unos meses) y se convirtió en un mastín dócil y uno de los mejores perros que he tenido. Tienes razón en que mi gata, por ejemplo, jamás se comería un libro, pero no dudo (porque ya lo ha hecho) que me mordería o me cruzaría la cara de un zarpazo el día que menos me lo esperase. En fin.
¿Salvación o adicción? No sé qué decirte. Las dos. Es que a mí, mis adicciones-aficiones me salvan de muchas cosas. La adicción puede considerarse una debilidad, pero prefiero estar leyendo, haciéndome con libros raros o sacando fotos antes que estresada, triste o dándole vueltas a cosas que no tienen arreglo. Prefiero ser esclava de mis adicciones que de mis miserias.
Buen incio de curso a ti también. Espero que no sea tan movidito como el mío. Ya te cuento.
Un saludo.