Etcétera

lunes, 16 de diciembre de 2013

En la primera visita que he hecho este año a la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión de Sevilla encontré algunos libros que iba buscando y otro, que no buscaba, pero que me encontró a mí. Se trata de Etcétera, de Luis Alberto de Cuenca, uno de los habituales del blog. Siento ser tan pesada, pero me gusta lo que escribe este hombre, qué le vamos a hacer.

Etcétera recoge columnas de Luis Alberto de Cuenca publicadas en ABC entre los años 1990 y 1992 y que, como bien explica el autor al final del libro, han sido agrupadas en cuatro bloques temáticos: Mi tiempo (textos relacionados con su vida, parte más biográfica), La literatura (textos relacionados con lecturas y libros), Nombres propios (perfiles o semblanzas de autores como Borges o Cirlot, entre otros) e Imágenes (columnas relacionadas con el cine, la pintura, el cómic).

Es una gozada recorrer sus páginas y descubrir aficiones comunes, extrañarse, reconocerse, aprender. Mucho. Y lo mejor es que ese derroche de saber no está hecho con pedantería ni resulta chirriante: fluye por las líneas del texto de forma natural. He de reconocer que disfruto particularmente con los textos relacionados con algunos de mis iconos frikis (que son los de todos, realmente): Star Wars, la mitología escandinava, Spiderman... Considero admirable la capacidad que tiene este autor para hablarte con el mismo entusiasmo del Poema de Gilgamesh y de la princesa Leia, por poner un ejemplo. Todos los textos de este libro son un derroche de cultura, sensibilidad y sentido del humor. No recomiendo ninguna columna en concreto (aunque tengo unas cuantas señaladas, entre ellas una carta de amor nada convencional, pero maravillosa) porque son muchas y creo que todas merecen la pena.

Cada vez que leo algo de este hombre (en prosa o en verso), aprendo, me emociono y me divierto a partes iguales. No creo que se pueda decir nada mejor. Bueno, sí: que os hagáis con el libro si, como yo, tenéis la suerte de que caiga en vuestras manos.

Más vale tarde

martes, 22 de octubre de 2013

Que una tiene muchas lagunas respecto a casi todo es un hecho, pero algunas de ellas son imperdonables. Ayer llegó a mis manos Fragmentos de un libro futuro, de José Ángel Valente. Es lo primero que he leído de él y he de decir que ha superado con creces mis expectativas. Ha sido una lectura inolvidable y reveladora, de esas que marcan un antes y un después. No se me ocurre nada mejor que decir porque cuando un libro te toca así, no hay palabras. Sólo me queda agradecer la recomendación y el préstamo del mismo y decir que, por supuesto, me haré con él en cuanto pueda.

"Llorar por lo perdido cuando no deja huella el pie en la arena que no sea borrada por la cierta sucesión de las aguas".

"Llamo a todas las puertas. La única que se abre es la sola que no conoce el perdón".

Solo la soledad resuena larga
igual que cola o viento.
                             Vienen
desde el vacío las palabras,
nos poseen desnudos en su centro abrasado
y en él nos desengendran
para hacernos nacer.
                               escucha
como la soledad despierta,
inaudible, la pura raíz del aire.



Hay una leve luz caída
entre las hojas de la tarde.
No podemos hollarla.
                            Dame
tu mano y cruza
de puntillas conmigo
para nunca pisarla,
para no arder tan tenue
en sus dormidas brasas
y consumirte lenta
en el perfil del aire.

La lluvia

sábado, 19 de octubre de 2013

Es el título del último poemario de Antonio Rivero Taravillo (Melilla, 1963) hasta el momento. Dividido en cuatro partes ("Acuarelas", "Lluvia de Oriente", "Aguafuertes" y "Sed") y con el agua como hilo conductor, sus versos desprenden sensaciones muy zen, por así decirlo: paz, soledad, melancolía, el paso del tiempo... Lectura ideal para una tarde como esta en la que amenaza lluvia, precisamente.

El libro comienza con composiciones de carácter impresionista, instantáneas, trazos delicados y poco a poco va adquiriendo más consistencia, tocando temas más personales relacionados con la vida y los recuerdos del poeta: visita a casa de unas amigas ("Las hijas del comandante Oráa"), escenas cotidianas ("En el cuarto de baño")... El libro se cierra con una elegía al padre muerto ("Casa de cambio") en la que he encontrado una de las metáforas más hermosas que he leído. Los objetos cotidianos transfigurados bajo la mirada del poeta también tienen un sitio a lo largo de todo el poemario: un frigorífico, una llave...

La parte que menos me ha gustado es la segunda, de carácter más oriental, con haikus y composiciones que remiten a temas frecuentes en este tipo de poesía. En cualquier caso, el libro está plagado de momentos brillantes, de momentos reveladores que llegan al lector como un rayo de sol abriéndose paso entre las nubes. En mi opinión, pocas cosas mejores nos puede aportar la poesía.

La edición es una maravilla, muy cuidada. En este sentido, creo que es de justicia destacar la labor que la editorial Renacimiento está realizando promoviendo la poesía actual.

Os dejo aquí un poema:

MITAD DE OCTUBRE

Todavía los cementerios
se aroman solitarios,
ya lavada la cara
para el Día de los Difuntos.
En las tumbas los líquenes
roban su nombre a los muertos
y se desposan con la piedra
escribiendo a su antojo el epitafio,
otros linajes, fechas diferentes.

En la ciudad de los vivos,
en un caballete invisible
se alza el lienzo del día;
los puestos de castañas otorgan
su niebla a la tarde de otoño.

Es hielo abrasador, es fuego helado...

sábado, 20 de julio de 2013

...que diría aquel. Mi última lectura ha sido Helarte de amar (Páginas de espuma, 2006) del escritor peruano Fernando Iwasaki. El subtítulo ("y otras historias de ciencia-fricción") no deja mucho lugar a la imaginación (o sí).

En este libro, Iwasaki recoge nueve relatos que oscilan entre el microcuento y la novela corta, todos con un denominador común, el erotismo, pero también con dosis de humor, de melancolía y de reflexión general acerca de la vida y el paso del tiempo (que vienen a ser lo mismo).


Según él mismo explica, su título original era Fricciones, pero como en el intervalo transcurrido entre la composición de los relatos y su publicación, ya habían surgido obras homónimas, creyó conveniente cambiar el título (muy acertadamente para mi gusto).

Un niño voyeur que no termina de entender lo que ve, un recorrido por las esperanzas y sueños truncados de un grupo de prostitutas, la curiosa historia de una señora con una fijación por todo lo frío, el magnífico relato de una historia en un bar vista desde cinco puntos de vista diferentes (para mí el mejor relato de la colección), la historia de un joven convertido en pelele sexual de su última novia, un polvo espacial, un grupo de relatos más cortos, el triste despertar sexual de un adolescente humillado y el de otro joven que es iniciado en el mundo de las artes amatorias  y de las relaciones entre hombres y mujeres por una Sra. Robinson en toda regla.

A grandes rasgos (no quiero desvelar nada importante) estos son los mimbres con los que Iwasaki construye un libro muy interesante, muy divertido y, sobre todo, muy bien escrito.