Madrid, de Corte a checa

lunes, 22 de febrero de 2010


Me acerqué a este libro sin saber muy bien qué me iba a encontrar. Sabía qué periodo histórico abarcaba, conocía la ideología del autor, pero esperaba otra cosa. Un panfleto sofisticado, tal vez. He de decir que mi ignorancia me ha hecho un flaco favor porque acabo de terminar de leer un gran libro magníficamente escrito del que he aprendido algunas cosas. Otras, las he recordado; como, por ejemplo, que toda historia tiene dos caras y que hay que conocer ambas para poder formarse una idea aproximada de lo que fue el periodo comprendido entre 1931 y 1937, que es cuando concluye la novela. Que, por supuesto, Agustín de Foxá nos da su punto de vista personal (¿quién no lo hace?) a través de los ojos del protagonista, José Félix, un joven falangista que es testigo privilegiado de los cambios producidos en Madrid durante esos años.


Creo que a menudo caemos en el error de tener una visión de la historia parcial, sesgada en un sentido muy claro. Cualquier versión que nos den será subjetiva, pero cuantas más tengamos, menos posibilidades tendremos de ser manipulados. Por eso, considero que la visión de Foxá debe ser tan conocida, leída y tan respetada como la de Alberti (quien, por cierto, aparece en la novela junto a buena parte de la Generación del 27) o cualquier persona de izquierdas que cuente su historia. Ideologías aparte, he cerrado el libro con la sensación de haber aprendido, como ya he dicho, y, sobre todo, de haber disfrutado de una trama muy bien construida y una prosa irónica, desgarradora y poética a partes iguales. Por eso está aquí, porque lo considero un tesoro literario.

No será lo último que lea de Foxá. Y lo aconsejaré a todo aquel con el que me cruce para que un gran escritor no caiga en el olvido, por mucho que le pese a mi querido ayuntamiento.
Como siempre, dejo un fragmento de la obra, por si os gusta.


"Llegaban al café gentes absurdas. La gitana vendedora de lotería [...] y el médico-poeta, inventor de inyecciones y sueros extraños y que por entonces trataba de encontrar una lente que devolviera la vista al ojo atrofiado que, según él, tenemos en el occipucio.

Le interpelaba a gritos Ramón, sembrando greguerías.

-Usted debe inventar una vacuna para conseguir una ganadería de toros de lidia que tengan los ojos verdes.

Se encendían con licores literarios. Sentíanse escritores malditos, terror de la burguesía e imitaban la acritud de Verlaine y el coñac malo de Baudelaire. Nostalgia de las "flores del mal" y el ajenjo francés en la noche del sábado.

Decíanse frases estudiadas:

-Yo sólo creo en las brujas.

Y Ramón pontificaba con sus definiciones:

-Morir es dormir sin narices-o también-: Aquel estanque estaba tan sucio que en él nació un cocodrilo.

Luego ordenaba:

-Que apaguen la luz eléctrica.

Y el criado encendía los viejos reverberos de gas, con su luz de luna sobre los cafés y el anís tembloroso.

Hablaba de su casa, de su dormitorio con un techo lleno de costras, la mujer de goma de tamaño natural con la que vivía y el farol de gas comprado al ayuntamiento de Madrid, que daba al pasillo de su casa un ambiente de calle entre solares.

En voz baja José Félix comentaba con Pedro:

-Chico; yo ya estoy de vuelta de todo esto. Me empiezo a cansar. Qué viejo nos ha salido el nuevo régimen.

Salieron a la calle. Sobre las azoteas brillaba la luna. La miró José Félix.

-Mira la luna. La luna; sencillamente, sin literatura, sin greguerías, sin metáforas. La luna, como dicen los pastores.

No se daba cuenta de que aquello también era literatura."



Título: Madrid, de Corte a checa

Autor: Agustín de Foxá

Editorial: El buey mudo

Páginas: 390

Precio: 22 euros

ISBN: 978-84-937417-4-7

Encontrado en: Fnac

El arte del apócrifo

domingo, 7 de febrero de 2010


Un libro magnífico en el que Benítez Reyes da vida a varios poetas, cada uno con su biografía más o menos desgraciada y su obra. ¿Qué decir de algunas de ellas, como la de Servando Montes, el rotundo endecasilabista? Un escritor que encuentra tal perfección en el primer endecasílabo de sus poemas, que no sigue escribiendo más, dando así lugar a una obra consistente en primeros versos, casi exclusivamente. O Rogelio Vega, el falsificador, que imita obras de Borges, T.S. Eliot, Leopardi o Keats.


Me resulta pasmosa la facilidad con la que Felipe Benítez Reyes se mete en la piel de otros autores (ficticios o reales) en este libro. Y  no se trata de forzados intentos de emular estilos diferentes, es que, además, lo hace con aparente soltura, creando piezas excelentes dentro de cada tendencia.


Lo mejor es que se trata de poesía rociada con buenas dosis de humor. Sirva como ejemplo la biografía de uno de sus apócrifos, Pablo Arana poeta de la experiencia (corriente en la cual se suele incluir al propio Benítez Reyes):


"Nacido en Madrid en 1965 y educado en la lejana Irlanda, Pablo Arana, ejemplifica como pocos la presión que una tendencia dominante puede ejercer sobre los talentos en ciernes [...].


A partir de 1992, la poesía de Pablo Arana dio un giro que la situó en la corriente uniforme de la llamada "poesía de la experiencia", esa plaga endecasilábica fomentada por el entramado socialista a través de revistas como Fin de siglo y Renacimiento. Nos atrevemos a sospechar que tal giro no respondió a ningún tipo de exigencia espiritual [...], sino más bien a razones de política literaria: éxito fácil, acceso a casas editoriales y a revistas afines a la tendencia dominante, prebendas oficiales, viajes al extranjero, asistencia a congresos, premios amañados y promiscuidad sexual".


Y sigue, pero creo que sirve como muestra. Una delicia de libro que os recomiendo encarecidamente y que fue Premio Ciudad de Melilla, Premio de la Crítica y el Premio Nacional de Literatura.


Como siempre, si os gusta, ya sabéis. Dejo por aquí los datos de la obra:


Título: Vidas improbables

Autor: Felipe Benítez Reyes

Editorial: Visor poesía

Colección: Palabra de honor

Año: 1995, 2009

Páginas: 159

ISBN: 978-84-9895-036-6

Precio: 20 euros

Encontrado en: La Casa del Libro