Para tiempos de paz

miércoles, 28 de abril de 2010


Hoy, mientras pasaba mis odiadas pruebas de diagnóstico, he terminado de leer (ya le había echado un vistazo hace un par de semanas, pero me faltaba el empujón final) un libro que me ha hecho mucha gracia, verdaderamente curioso. Me lo prestó una compañera del instituto y, como a mí lo bélico me tira muchísimo, lo empecé a leer casi en el mismo momento del préstamo.


Se trata de Instructions for British servicemen in France (1944), editado por la Universidad de Oxford. Como su más que explícito título indica, recoge una serie de instrucciones acerca del comportamiento que debían mantener los soldados británicos en tierras francesas tras la liberación de las mismas y el fin de la Segunda Guerra Mundial. Está escrito en inglés, pero no hace falta tener un nivel alto para comprenderlo, os lo aseguro. Así, el libro contiene una breve historia de Francia, apuntes sobre su geografía, su moneda, etc. Pero lo mejor del libro reside en cómo describe a los franceses, cómo indica de qué temas se puede hablar o no y de la conveniencia, por ejemplo, de abstenerse de tomar vino si no están acostumbrados o con alguien que sepa beber.


Si lo veis por ahí y sois aficionados a las curiosidades históricas, echadle el guante. Se lee enseguida y merece la pena.

84, Charing Cross Road

lunes, 26 de abril de 2010

Me han prestado el libro esta mañana. Acabo de terminar de leerlo (no se tarda más de dos horas o tres, como mucho) y, aunque no creo que lo recuerde como uno de mis favoritos, sí creo que lo que quedará en mí es la pasión por la lectura que transmite la historia. Y por los libros como objeto de culto. He de reconocer que a mí me pasa lo mismo: podría sacar los libros de la biblioteca, pero tengo que tenerlos. Aunque al final los deje en un banco en la calle para que quien quiera lo acoja y vea, en ese libro abandonado, algo que a mí se me escapó. Los que me gustan los guardo, por supuesto. Y los vuelvo a comprar, en algunos casos.

Eso es lo que me ha gustado de esta historia, esta correspondencia mantenida durante 20 años por la autora, Helene Hanff, en Nueva York y los responsables de una librería (Marks & Co.) en Londres. Lo que en un principio comienza siendo una correspondencia formal, comercial, acaba convirtiéndose en una relación afectuosa entre la autora y todos los trabajadores de la librería. Aunque no conozco la inmensa mayoría de títulos que se mencionan, eso no me ha impedido disfrutar mucho de la lectura de este libro. Además, no he podido evitar acordarme de alguien que pasa por aquí de vez en cuando: Xose (muchísimas gracias por el intercambio de libros, útiles de escritura y cartas. Te llegará una la semana que viene. Con libro, claro).

En definitiva, una lectura ideal para bibliófilos dispuestos a distraerse y disfrutar una tarde sentaditos en un sofá.

Uno de detectives adolescentes

miércoles, 7 de abril de 2010


Como últimamente estoy leyendo libros de historia relacionados con la Guerra Civil española, tiro de clásico (clásico en mi vida, más bien) para actualizar un poco el blog, que lo tengo abandonadito. El título que he escogido para esta entrada no es muy conocido, pero es muy importante en mi vida, es decir, que lo he elegido por cuestiones puramente emocionales.

Se trata de Misterio del príncipe desaparecido, de Enid Blyton. Este libro lo leí con diez años y lo releí no sé cuántas veces, muchas. Es del estilo de Los Cinco, que quizá sea la serie más conocida de esta autora, pero con otra pandilla de chicos que van resolviendo misterios por ahí: Fatty, Larry, Daisy, Pip, Bets y "Buster", el perrito que aparece en el libro y que dio nombre al que luego fue mi perro durante ocho años. Ahora me suena rarísimo y todo el mundo me lo decía entonces, pero estaba tan enganchada a este libro, que durante dos años guardé el nombre en mi mente hasta que se lo pude poner a un perro. Pobrecito.


El libro tiene mucha acción y la historia transcurre durante las tres últimas semanas de un verano aburrido, en el que parece que no va a pasar nada interesante (los protagonistas, a pesar de su corta edad, ya tienen una larga experiencia como detectives). De repente, un príncipe de un país lejano desaparece por los alrededores del pueblo de los chicos y estos se ponen a investigar. Como es de suponer, hay mucho paseo en bici, mucho carrito de helado, disfraces, interrogatorios y demás elementos típicos de esta clase de historias. Supongo que los niños de ahora lo verían desfasado e infantil (los protagonistas se entretienen, entre otras cosas, componiendo poemas colectivos y suelen hacer caso a sus padres), pero a mí me encantó. De hecho, todavía lo conservo, aunque las relecturas y los más de veinte años que lleva conmigo (con sus numerosas mudanzas) han hecho mella en él. Y alguno de mis hermanos, que, ahora que lo he abierto, he visto que me han hecho dibujitos obscenos en los bordes de las páginas, a modo de animación. Cría cuervos...