Las tribulaciones de un chino en China

martes, 28 de julio de 2009


Si hay algún autor de novelas ligado a mi infancia y temprana adolescencia, ése es Julio Verne. Lo sé, muy poco original. Mi libro favorito de Verne creo que es uno de los menos conocidos: Las tribulaciones de un chino en China. Me lo regalaron unas Navidades en las que todos mis Reyes consistieron en los seis primeros números de una colección que, por supuesto, se quedó ahí por falta de presupuesto. Son los Reyes que recuerdo con más cariño. ¡Seis libros de golpe! Si no recuerdo mal eran:

1. La isla misteriosa, de Julio Verne
2. Cuentos de H. C. Andersen
3. Corazón y otros relatos de Edmondo D' Amicis
4.Tom Sawyer, de Mark Twain
5. Genoveva de Brabante, de Cristobal Schmid
6. Las tribulaciones de un chino en China, de Julio Verne

Probablemente sean los libros que más se me quedaron grabados. A fuego, casi. Llegaron a mi vida en esa edad maravillosa en la que no sólo lees los libros, sino que te metes en ellos, los vives y los disfrutas intensamente como ya sólo pasa después en contadas ocasiones. Ya he comentado alguna vez por aquí que echo en falta colecciones juveniles de las de antes, que aúnen entretenimiento y calidad literaria. No creo que sea tan difícil, pero en fin, sigo.

Lo que me agradó del libro fue que me sorpendió. No esperaba que me gustase nada en absoluto. Con ese título... Yo había leído ya Viaje al centro de la tierra, 20.000 leguas de viaje submarino, Cinco semanas en globo, El rayo verde, Viaje al centro de la Tierra... Todas narraban grandes descubrimientos científicos, largos viajes a mundos fantásticos. Aunque en esta novela también hay desplazamientos por toda China, el verdadero viaje es el interior.

Kin-Fo es un chino recién entrado en la treintena, bien parecido, educado, inteligente e inmensamente rico. Tiene todo lo que se pueda desear en la vida... excepto ganas de vivirla. De pronto, las desgracias se acumulan en su vida y lo pierde todo. Se ve inmerso en un mundo, el real, que le es completamente extraño.

La acción comienza en Cantón, ciudad a la que Kin-Fo se ha desplazado para celebrar un banquete e invitar a cinco amigos más:

"-Veamos, ¿qué piensa usted de esas divagaciones entre copa y copa? ¿Encuentra la existencia buena o mala? ¿Está a favor o en contra de ella?[...]

-¡Psé!- dijo.

-Ésta es la exclamación por excelencia de los indiferentes. Lo dice todo y no dice nada. [...] Amigo, si no eres feliz en este mundo es porque hasta aquí tu felicidad ha sido negativa. Sucede con la felicidad lo que con la salud; para gozar bien de ella es preciso haber sentido su falta alguna vez. Ahora bien; tú no has estado nunca enfermo, ni has sido tampoco desdichado. Eso es lo que falta a tu vida. ¿Cómo puede apreciar la dicha quien no ha conocido la desgracia ni siquiera por un solo instante?"

Sobre esta pregunta gira todo el libro. Para quien quiera una pista que explique un poco más el argumento, diré que cuando vi la película The Game, creí que se habían inspirado en este libro. Pero no veo a Michael Douglas haciendo de Kin-Fo. Aunque si Tom Cruise fue El último samurái...





Tarde con Shakespeare

jueves, 23 de julio de 2009


La lectura de este libro la tenía pendiente desde hacía algunos meses. Lo compré en alguna feria el año pasado y lo había dejado aparcado porque tenía clarísimo que tenía que leerlo en verano. ¿Por qué? No lo sé. Pero así ha sido.

De William Shakespeare siempre había leído teatro. Había oído hablar hace mucho ya de sus sonetos, estudié algunas de sus características para las oposiciones, pero no los pude leer. Hace unas semanas volví a ver Sentido y sensibilidad y, de nuevo, la referencia a los Sonetos de Shakespeare. Así que los disfruté en una tarde, tranquilamente.

Se trata de 154 sonetos en los que temas como la homosexualidad, el deseo de eternidad, la posibilidad de alcanzarla mediante los hijos y la poesía, la amistad, el desamor, el paso del tiempo...

Dejo aquí un par de sonetos traducidos y con la versión original correspondiente, en la que ganan mucho aunque, a mi modesto entender, la labor de traducción es buena. No tanto la edición, en la que he echado en falta un estudio preliminar más exhaustivo y anotaciones.

Y como la intención de este blog es más bien lúdica, dejo aquí un par de sonetos que me han gustado. Están en inglés con sus respectivas traducciones, faltaría más.

LXXXI

Or I shall live your epitaph to make,
Or you survive when I in earth am rotten;
From hence your memory death cannot take,
Although in me each part will be forgotten.

Your name from hence immortal life shall have,
Though I, once gone, to all the world must die:
The earth can yield me but a common grave,
When you entombed in men´s eyes shall lie.

Your monument shall be my gentle verse,
Which eyes not yet created shall o´er-read,
And tongues to be your being shall rehearse
When all the breathers of this world are dead;

You still shall live -such virtue hath my pen-
Where breath most breathes, even in the mouths of men.

LXXXI

Si vivo para hacerte el epitafio,
si vives cuando esté yo bajo tierra,
no borrará la muerte tu memoria
aunque todo de mí se haya olvidado.

Vida inmortal tendrá entonces tu nombre,
aunque yo, ya ido, muera para el mundo.
La tierra me dará fosa común
cuando en los ojos de los hombres yazcas.

Será tu monumento mi poesía,
que ojos no nacidos releerán,
y repetirán en lenguas venideras
cuando hayan muerto los que ahora alientan.

Aún vivirás -virtud es de mi pluma-
do más la vida alienta: en la palabra.







CXVI

Que a la unión de almas fieles yo no ponga
impedimento; amor no es el amor
que cambia cuando encuentra alteraciones
o cede cuando muda lo mudable.

¡Oh, no! Es un faro, permanente y fijo,
que al ver las tempestades nunca tiembla,
es la estrella que guía errantes leños,
cuyo valor se ignora, no su altura.

No es el bufón del Tiempo, aunque a los labios
y mejillas los siegue su guadaña,
no cambia en horas el amor, ni en meses,
mas continúa hasta el día del Juicio.

Si no es así, y conmigo se demuestra,
jamás he escrito yo, ni ha amado nadie.



Título: Sonetos.
Autor: William Shakespeare.
Editorial:Renacimiento.
Colección: Poesía universal.
Traducción: Antonio Rivero Taravillo.
Páginas:330.
Año: 2004.
Precio: 15 euros (creo recordar).
ISBN: 84-8472-177-9

El viajero del siglo

lunes, 6 de julio de 2009

Esta tarde he terminado de leer El viajero del siglo, de Andrés Neuman (Premio Alfaguara de Novela 2009). Lo compré por una de las razones más absurdas: me gustó la portada, concretamente, el color de la portada. Y también porque había visto en la tele una entrevista al autor y me cayó bien. Menudo criterio el mío, lo reconozco, pero al final me alegro de haberlo seguido.

He de decir que hay cosas que no me han agradado (algunas de las disertaciones filosóficas se me han hecho interminables), pero luego, la novela tiene, para mí, unas cuantas cualidades que hacen que merezca la pena comentarla aquí.

La primera de ellas es la manera variada que tiene Andrés Neuman de reproducir los diálogos, colocando las réplicas entre paréntesis, incluyendo interrupciones, reproduciendo vacilaciones y demás elementos propios de la oralidad. Hace que el lector tenga que estar muy atento, pero tiene sus recompensas.

En segundo lugar, me gustaría destacar la forma de cerrar, de concluir secuencias. Las distintas partes que componen la novela tienen una estructura, una arquitectura bien trabada que, independientemente de que te guste o no lo que sustenta, se agradece.

Tercero: me gusta que hable de Literatura. Y habla mucho. También se trata en varias ocasiones el problema de la traducción, sobre todo en poesía. ¿Es posible plasmar un poema, con todos sus matices, en un idioma distinto al original? Sin darte cuenta, los personajes dan un repaso a la literaturas decimonónicas alemana e inglesa, e incluso hay disertaciones sobre el Barroco español. Y en ese repaso, la novela recoge fragmentos del género dramático y del lírico (poesía alemana e inglesa, fundamentalmente).

Cuarto: el uso que hace de las elipsis. Hay hechos, cartas, palabras que al lector no se le presentan, pero sí sus consecuencias y debe, partiendo de las pistas que deja el autor en la obra, completar los huecos que faltan en la historia.

Por último, y esto ha constituido para mí el auténtico tesoro de este libro, está la relación de amor entre Hans (traductor que llega un día a Wandernburgo con la idea de irse al cabo de un par de días, pero cuya estancia se va prolongando) y Sophie (joven culta, de espíritu libre que está comprometida con un rico y respetable caballero de la ciudad). Aun con todas las escenas de contenido sexual que incluye Neuman en esta obra, me atrevería a decir que el amor de estos dos es mucho más intelectual que otra cosa. Al menos el componente intelectual (muchas veces olvidado en otras obras en favor de ilusiones y de los impulsos hormonales) tiene una carga mucho más considerable que en cualquier otra historia que haya leído (que recuerde ahora). Neuman se recrea en el proceso, en los pequeños detalles por los que dos personas que no se conocen llegan a convertirse en el mundo del otro y consigue mantener una tensión durante toda la novela, incluso cuando los protagonistas ya son amantes. Para mí, eso ha sido lo mejor del libro.

¿Pegas? En ocasiones, el discurso amoroso de Hans y Sophie es demasiado almibarado para mi gusto; me ha resultado empalagoso y cursi.

En resumen, he disfrutado (y aprendido) mucho leyendo el libro y, como digo, la historia de Hans y Sophie ha sido el tesoro que he encontrado en él.

Título: El viajero del siglo.
Autor: Andrés Neuman.
Editorial: Alfaguara (Premio Alfaguara de Novela 2009).
Páginas:544
ISBN:978-84-204-2235-0
Precio: 22 euros
Encontrado en: Librería Beta.

Además podéis ver:
Crítica de Luis García Montero en El País
Aquí hay un vídeo del autor resumiendo el argumento de la obra.

El arte de la guerra

jueves, 2 de julio de 2009


“Hace aproximadamente unos 2.300 años, en lo que es ahora China del Norte, un linaje de señores guerreros decidió, por primera vez en la historia, poner por escrito el conjunto de sus conocimientos militares. Sus textos recogían todo el conocimiento militar del Asia oriental. Ofrecían una perspectiva, nueva y radical de los conflictos militares, según la cual se podía conseguir la victoria sin ni siquiera tener que ir a la batalla. Aunque en Occidente estos textos reciben el nombre de El arte de la guerra, en China todavía se conocen como el Sun Tzu, nombre del patriarca de ese linaje”.

No es una lectura fácil. A ratos, puede hacerse muy aburrida, pero con un poco de imaginación, puedes verte en la China del siglo IV a.C. Es un libro que necesita su tiempo. Su forma sencilla es sumamente engañosa, porque el fondo no tiene nada de simple. Bajo unos versos que recogen principios estratégicos y militares subyacen grandes verdades relacionadas con el ser humano: la existencia constante de conflictos (bélicos o personales) en los que el conocimiento de uno mismo, del otro y del terreno en el que se lucha resultan fundamentales.


Así es la milicia:

Conocer al otro y conocerse a sí mismo

es luchar cien batallas sin correr peligro.

No conocer al otro y conocerse a sí mismo

es victoria por derrota.

No conocer al otro y no conocerse a sí mismo

es la derrota segura en toda batalla.


Si alguien se anima a leerlo, os aconsejo que os hagáis con una edición comentada y, a ser posible, ilustrada. Las hay bellísimas. El comentario es necesario para poder tener una visión más completa y comprender el texto mejor, ya que está impregnado de conceptos relacionados con el taoísmo que le aportan una gran belleza y que, sin el comentario adecuado, pueden incluso verse como algo accesorio cuando no es así.

En la actualidad, se trata de un texto muy valorado en la formación de altos ejecutivos. Yo prefiero desvincularlo de estos tiempos (aunque sus enseñanzas son útiles, no lo niego) e intentar entenderlo en su propia época.


La milicia es un Tao de engaños:

De modo que cuando seas capaz, muestra incapacidad.

Cuando seas activo, muestra inactividad.

Cuando estés cerca, haz creer que estás lejos.

Cuando estés lejos, haz creer que estás cerca.

De modo que cuando el enemigo busque ventajas, lo atraerás.

Cuando se halle confundido, lo conquistarás.

Cuando tenga consistencia, prepárate a enfrentarte a él.

Cuando sea fuerte, evítalo.

Cuando esté airado, acósalo.

Atácale cuando no esté preparado.

Surge allí donde no te espere.


Os dejo los datos de mi edición; es una edición normalita (tiene unos buenos estudios, pero no ilustraciones):


Título: El arte de la guerra.

Autor: Sun Tzu.

Editorial: Edaf.

Traducción: Mariano Vázquez Alonso.

ISBN: 84-414-0984-6.

Precio: 10 euros.

Encontrado en: La Casa del Libro.