lunes, 6 de julio de 2009
Esta tarde he terminado de leer El viajero del siglo, de Andrés Neuman (Premio Alfaguara de Novela 2009). Lo compré por una de las razones más absurdas: me gustó la portada, concretamente, el color de la portada. Y también porque había visto en la tele una entrevista al autor y me cayó bien. Menudo criterio el mío, lo reconozco, pero al final me alegro de haberlo seguido.
He de decir que hay cosas que no me han agradado (algunas de las disertaciones filosóficas se me han hecho interminables), pero luego, la novela tiene, para mí, unas cuantas cualidades que hacen que merezca la pena comentarla aquí.
La primera de ellas es la manera variada que tiene Andrés Neuman de reproducir los diálogos, colocando las réplicas entre paréntesis, incluyendo interrupciones, reproduciendo vacilaciones y demás elementos propios de la oralidad. Hace que el lector tenga que estar muy atento, pero tiene sus recompensas.
En segundo lugar, me gustaría destacar la forma de cerrar, de concluir secuencias. Las distintas partes que componen la novela tienen una estructura, una arquitectura bien trabada que, independientemente de que te guste o no lo que sustenta, se agradece.
Tercero: me gusta que hable de Literatura. Y habla mucho. También se trata en varias ocasiones el problema de la traducción, sobre todo en poesía. ¿Es posible plasmar un poema, con todos sus matices, en un idioma distinto al original? Sin darte cuenta, los personajes dan un repaso a la literaturas decimonónicas alemana e inglesa, e incluso hay disertaciones sobre el Barroco español. Y en ese repaso, la novela recoge fragmentos del género dramático y del lírico (poesía alemana e inglesa, fundamentalmente).
Cuarto: el uso que hace de las elipsis. Hay hechos, cartas, palabras que al lector no se le presentan, pero sí sus consecuencias y debe, partiendo de las pistas que deja el autor en la obra, completar los huecos que faltan en la historia.
Por último, y esto ha constituido para mí el auténtico tesoro de este libro, está la relación de amor entre Hans (traductor que llega un día a Wandernburgo con la idea de irse al cabo de un par de días, pero cuya estancia se va prolongando) y Sophie (joven culta, de espíritu libre que está comprometida con un rico y respetable caballero de la ciudad). Aun con todas las escenas de contenido sexual que incluye Neuman en esta obra, me atrevería a decir que el amor de estos dos es mucho más intelectual que otra cosa. Al menos el componente intelectual (muchas veces olvidado en otras obras en favor de ilusiones y de los impulsos hormonales) tiene una carga mucho más considerable que en cualquier otra historia que haya leído (que recuerde ahora). Neuman se recrea en el proceso, en los pequeños detalles por los que dos personas que no se conocen llegan a convertirse en el mundo del otro y consigue mantener una tensión durante toda la novela, incluso cuando los protagonistas ya son amantes. Para mí, eso ha sido lo mejor del libro.
¿Pegas? En ocasiones, el discurso amoroso de Hans y Sophie es demasiado almibarado para mi gusto; me ha resultado empalagoso y cursi.
En resumen, he disfrutado (y aprendido) mucho leyendo el libro y, como digo, la historia de Hans y Sophie ha sido el tesoro que he encontrado en él.
Título: El viajero del siglo.
Autor: Andrés Neuman.
Editorial: Alfaguara (Premio Alfaguara de Novela 2009).
Páginas:544
ISBN:978-84-204-2235-0
Precio: 22 euros
Encontrado en: Librería Beta.
Además podéis ver:
Crítica de Luis García Montero en El País
Aquí hay un vídeo del autor resumiendo el argumento de la obra.
He de decir que hay cosas que no me han agradado (algunas de las disertaciones filosóficas se me han hecho interminables), pero luego, la novela tiene, para mí, unas cuantas cualidades que hacen que merezca la pena comentarla aquí.
La primera de ellas es la manera variada que tiene Andrés Neuman de reproducir los diálogos, colocando las réplicas entre paréntesis, incluyendo interrupciones, reproduciendo vacilaciones y demás elementos propios de la oralidad. Hace que el lector tenga que estar muy atento, pero tiene sus recompensas.
En segundo lugar, me gustaría destacar la forma de cerrar, de concluir secuencias. Las distintas partes que componen la novela tienen una estructura, una arquitectura bien trabada que, independientemente de que te guste o no lo que sustenta, se agradece.
Tercero: me gusta que hable de Literatura. Y habla mucho. También se trata en varias ocasiones el problema de la traducción, sobre todo en poesía. ¿Es posible plasmar un poema, con todos sus matices, en un idioma distinto al original? Sin darte cuenta, los personajes dan un repaso a la literaturas decimonónicas alemana e inglesa, e incluso hay disertaciones sobre el Barroco español. Y en ese repaso, la novela recoge fragmentos del género dramático y del lírico (poesía alemana e inglesa, fundamentalmente).
Cuarto: el uso que hace de las elipsis. Hay hechos, cartas, palabras que al lector no se le presentan, pero sí sus consecuencias y debe, partiendo de las pistas que deja el autor en la obra, completar los huecos que faltan en la historia.
Por último, y esto ha constituido para mí el auténtico tesoro de este libro, está la relación de amor entre Hans (traductor que llega un día a Wandernburgo con la idea de irse al cabo de un par de días, pero cuya estancia se va prolongando) y Sophie (joven culta, de espíritu libre que está comprometida con un rico y respetable caballero de la ciudad). Aun con todas las escenas de contenido sexual que incluye Neuman en esta obra, me atrevería a decir que el amor de estos dos es mucho más intelectual que otra cosa. Al menos el componente intelectual (muchas veces olvidado en otras obras en favor de ilusiones y de los impulsos hormonales) tiene una carga mucho más considerable que en cualquier otra historia que haya leído (que recuerde ahora). Neuman se recrea en el proceso, en los pequeños detalles por los que dos personas que no se conocen llegan a convertirse en el mundo del otro y consigue mantener una tensión durante toda la novela, incluso cuando los protagonistas ya son amantes. Para mí, eso ha sido lo mejor del libro.
¿Pegas? En ocasiones, el discurso amoroso de Hans y Sophie es demasiado almibarado para mi gusto; me ha resultado empalagoso y cursi.
En resumen, he disfrutado (y aprendido) mucho leyendo el libro y, como digo, la historia de Hans y Sophie ha sido el tesoro que he encontrado en él.
Título: El viajero del siglo.
Autor: Andrés Neuman.
Editorial: Alfaguara (Premio Alfaguara de Novela 2009).
Páginas:544
ISBN:978-84-204-2235-0
Precio: 22 euros
Encontrado en: Librería Beta.
Además podéis ver:
Crítica de Luis García Montero en El País
Aquí hay un vídeo del autor resumiendo el argumento de la obra.
4 comentarios:
Completa e interesante reseña, dan ganas de leer el libro. Me interesa especialmente lo del problema de la traducción de poesía.
Saludos.
La verdad es que hay pasajes en los que te empantanas; en ocasiones, el ritmo narrativo se hace muy lento y pesado, pero es lo que le viene bien a lo que se quiere contar. Al final merece la pena.
El tema de la traducción aparece de forma más evidente en las últimas partes del libro, aunque como el protagonista es traductor, hay pinceladas al respecto por toda la obra.
Saludos, Jefe.
¿Recuerdas mi entrada sobre la Feria del libro? Pues no sé cómo, dos de los contertulios han llegado a mi blog y lo han comentado; pásate por allí si tienes tiempo, también hay un "recadito" para ti.
Saludos.
¡No me lo puedo creer!
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