martes, 15 de marzo de 2011
Aprendí a leer con ellos. Podría haber comenzado mi aventura con los libros de cualquier otra forma, pero estos dos se cruzaron en mi camino. Recuerdo el primer número que compré, en un quiosco de Quart de Poblet. Fue un domingo de esos que iba de paseo al parque con mi padre y mis hermanos. Los vi y tuve la suerte de que mi padre llevase dinero encima para comprar el tebeo (cosa que no ocurría a menudo). Y así comenzó todo. Ese número contaba la historia de dos agentes de una organización llamada T.I.A., y cómo comenzaron en la misma. Me llamaron la atención las entradas secretas, el zapatófono y los disfraces de Mortadelo. Hoy daría lo que fuera por conservar ese tebeo. A ese número siguieron otros muchos; los acumulaba debajo de la cama de donde los sacaba para leerlos o para intercambiarlos con Andrés, mi vecino, que también los devoraba. Al final, terminamos por no saber qué tebeos eran suyos y cuáles míos. Los leía hasta que me escocían los ojos, incluso cuando mi madre me apagaba la luz de la habitación.
Luego vinieron Rompetechos, el botones Sacarino, Pepe Gotera y Otilio... Pero para qué vamos a mentir, siempre me he sentido más a gusto con Mortadelo, Filemón, el Súper, Ofelia, el profesor Bacterio... Cuántas tardes habré pasado con un buen tebeo y un bocadillo. Ahora pienso que debería haber sido más previsora, que debería haber guardado los montones de tebeos que devoré entonces.
Ya no están los tebeos, pero los recuerdos no me los quita nadie. Ni todos los buenos ratos y las risas leyendo las aventuras de estos dos con Los Sobrinetes, perdidos en los Juegos Olímpicos o arreglando algún desaguisado provocado por el profesor Bacterio y sus inventos.
Hoy, el causante de tantos buenos ratos cumple 75 años. Y aunque es muy probable que no le llegue este pequeño homenaje, desde aquí quiero darle mis más sinceras gracias porque con ellos aprendí a amar la lectura.
2 comentarios:
Me uno a tus felicitaciones a la feliz pareja y a su señor padre, don Francisco Ibáñez. Yo también he pasado estupendos ratos con los dos detectives. Guardo muy buen recuerdo de aventuras como "El sulfato atómico" (su primera aventura larga), "Los mercenarios", "La máquina del cambiazo"...
Gracias, Jajaja. Yo me lo pasé en grande con estos dos muchísimas veces, pero recuerdo una aventura (olvidé el título) en la que el profesor Bacterio convertía en armas mortales una serie de hortalizas. Era buenísima.
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