La fascinación por lo sombrío

martes, 1 de noviembre de 2011

A pesar de que en mi experiencia con Bolaño ha habido altibajos (bueno, un bajo: Una novelita lumpen), con El tercer Reich y La pista de hielo, he vuelto a congraciarme con su obra narrativa más "breve" (en comparación con Los detectives salvajes y 2666).

La pista de hielo (1993) fue la primera novela de Bolaño y en ella están los elementos que se convertirán en recurrentes en obras posteriores: narrador múltiple, referencias a Barcelona y a un pueblo costero del que no conocemos el nombre (Z); un camping, un recorrido por distintas clases sociales: desde los concejales y alcaldesa, a los desarrapados que no tienen dónde caerse muertos; personas normales, grises, tragicómicas, que se ven envueltas en una sórdida historia en la que se mezclan el amor, la corrupción urbanística y un asesinato. Todo ello envuelto en una atmósfera que se puede calificar, como poco, de "turbia" y que constituye, a mi parecer, el elemento en el que mejor se desenvuelve el chileno.

Como ya he señalado, Bolaño opta por contarnos la historia a través de un punto de vista múltiple. Remo Morán, Gaspar Heredia y Enric Rosquelles son los tres personajes que nos aportan sus experiencias para conocer las circunstancias que conducen al misterioso asesinato de una mujer. Los cambios de perspectiva (que desarrolla y perfecciona en novelas posteriores) son uno de los puntos fuertes de la novela ya que ofrecen un contraste que, en ocasiones, resulta bastante cómico.

Bolaño logra así componer una novela sólida y fascinante por el modo en que está narrada y construida; una obra que emana un lirismo sombrío que nace desde el propio fondo de la historia, de los personajes y que se proyecta en todos los demás elementos de la novela: campings, ayuntamientos, concejalías, tugurios y pistas de hielo.


 "Vaya, me parecía advertir segundo a segundo el envejecimiento de las cosas y de las personas, todos atrapados en una corriente de tiempo que sólo conducía a la miseria y a la tristeza".
Enric Rosquelles

Tareas de mantenimiento

lunes, 26 de septiembre de 2011

Por una vez, no voy a hablar de literatura, sino a pedir excusas por el estado del blog.  Por causas ajenas a mi voluntad (pero no a mis actos), he eliminado tanto mi foto de perfil como todas las fotografías que había insertado en el blog. Iré recuperándolas poco a poco, pero ahora mismo apenas tengo tiempo. Así que pido excusas por la "presentación" del blog. En cuanto tenga una tarde ociosa (que no será pronto, seguro), iré dándole forma a todo el blog de nuevo.

Hasta entonces, un saludo.

Bailando con dragones

viernes, 19 de agosto de 2011

Hace media hora más o menos que he terminado A dance with dragons, la quinta entrega de la saga Canción de hielo y fuego, de George R. R. Martin. He pasado el verano leyendo los cuatro tomos que me quedaban para completar la saga (la falta de presupuesto para irme de vacaciones y mi bronquitis han ayudado bastante) y he de decir que ha sido una experiencia maravillosa. Ahora no sé cuánto tendré que esperar para saber cómo sigue la historia. Años, probablemente. Espero que al autor le dé tiempo a escribir los dos tomos que concluirán la heptalogía.
Puede que Martin no sea un poeta, que tenga un estilo muy directo, que lo suyo no sea literatura en un sentido estricto, entendida como "arte de la palabra", pero nadie puede negarle que es un genio construyendo personajes y contando historias que es de lo que se trata, al fin y al cabo: tener una buena historia y contarla, en este caso, a través de múltiples voces. Aunque para muchos puede constituir un defecto, este autor tiene una visión cinematográfica y un sentido del ritmo (lo que en tochos de mil páginas es complicado) magníficos.
Para el lector, estos libros son una montaña rusa: nunca sabes lo que puede pasar. Nunca debes dar nada por sentado. Te dices: "Este personaje me cae bien, parece importante. Vamos a ver hasta dónde llega". Y resulta que el autor se lo carga tres capítulos después. Todos tienen matices, una historia, una justificación para ser como son y actuar como actúan. A mi parecer, no hay buenos ni malos, solo gente que lucha por sobrevivir en las circunstancias que les ha tocado.
Peter Dinklage, actor que da vida a Tyrion Lannister
Respecto a los personajes, tres son mis favoritos: la pequeña Arya Stark, el bastardo Jon Snow y, el gran descubrimiento, el enano Tyrion Lannister. A este, probablemente le dedique una entrada otro día porque la merece.

Por ponerle alguna pega, he de decir que el quinto tomo ha sido el que menos me ha gustado de todos. Creo que se le ha ido la mano con algunos de los giros que ha dado a los hechos y que la historia de determinados personajes ha quedado bastante deslucida. Supongo que parte de la culpa la tiene la introducción de un mayor número de elementos mágicos que, si bien es cierto que abren muchas posibilidades, también suponen un peligro en cuanto a la coherencia de la historia. A mí, particularmente, me molesta bastante el tema de "personajes muertos que aparecen de nuevo no se sabe muy bien cómo ni de dónde ni por qué". Y encima, va y no resucita al que yo quería.

Pero bueno, bromas aparte, lo mejor de todo ha sido poder volver a pasarme horas y horas (y más horas) leyendo, incapaz de dejarlo a pesar del escozor de ojos, de la tos y del cansancio; meterme en la piel de los personajes como no lo hacía desde que era una niña y cada vez que cogía un libro (Verne, Tolkien, Bronte, Blyton, Dumas, Salgari, D´Amicis, Ende...) no existía nada más e incluso necesitaba unos segundos, cada vez que dejaba de leer, para volver a centrarme, a tomar conciencia de mi realidad; pero sólo el tiempo necesario para hacer lo que tuviera que hacer y volver a perderme en el libro.

Si no me tomaran por loca, diría que este verano lo he pasado de vacaciones en Poniente, bailando con dragones.



A sangre y fuego

martes, 21 de junio de 2011

Acerca de la Guerra Civil se ha escrito mucho y, generalmente, cada cual barre para su lado. El último libro que he leído, A sangre y fuego. Héroes, bestias y mártires de España, del periodista Manuel Chaves Nogales, es de los menos tendenciosos (de los pocos) que conozco. Está compuesto por nueve relatos que recogen distintas situaciones ambientadas la Guerra Civil. Chaves la escribió ya exiliado en Francia, en 1937. En el prólogo el autor afirma: "Me fui cuando tuve la íntima convicción de que todo estaba perdido y que ya no había nada que salvar, cuando el terror no me dejaba vivir y la sangre me ahogaba. ¡Cuidado! En mi deserción pesaba tanto la sangre derramada por las cuadrillas de asesinos que ejercían el terror rojo en Madrid como la que vertían los aviones de Franco, asesinando mujeres y niños inocentes. Y tanto o más miedo tenía a la barbarie de los moros, los bandidos del Tercio y los asesinos de la Falange, que de la de los analfabetos anarquistas o comunistas".

Los nueve relatos (según hace constar el autor) están basados en hechos e historias reales. Con un estilo directo, exento de excesivas florituras verbales (quizá fruto de su oficio periodístico), Chaves Nogales cuenta historias durísimas: el padre fascista y el hijo comunista que se despiden poco antes de que el padre vaya a ser fusilado por los compañeros del hijo, enfrentamientos entre comunistas y anarquistas, un inglés que no termina de enterarse contra quién está luchando, una madre que toma parte de un asalto para liberar a su hijo, señoritos que, a pesar de quedar acorralados se niegan a matar sus rehenes... Todo ello en un ambiente de bombardeos, delaciones, traiciones, humillaciones,  grandes gestos que salvan vidas y miedo, mucho miedo. 

Un libro, en definitiva, de lectura amena y recomendable que denuncia la ignoracia, el caciquismo y el adocenamiento que sufrió el pueblo durante esos años y, sobre todo, la imposibilidad de mantenerse al margen y vivir, simplemente, en paz.