Una lectora nada común

martes, 11 de mayo de 2010

Un día, persiguiendo a sus perros, la reina de Inglaterra va a parar a la biblioteca ambulante de Westminster. Este encuentro casual cambia su forma de ver la lectura y, por consiguiente, la vida. Una persona que por su rango debe mostrar interés por todo, pero sin inclinarse demasiado hacia nada, va manifestando un interés tan absorbente por la lectura, que sus más allegados pensarán que ha perdido la cabeza.
Comienza por Ivy Compton-Burnett porque recuerda su peinado el día que la hizo Dame, pasa a Nancy Mitford (A la caza del amor), Dylan Tomas, Ian McEwann, Henry James, Proust (llega a leer En busca del tiempo perdido), Balzac, Dickens, Turguéniev… Poco a poco, el gusanillo de la lectura se acomoda en ella y la reina empieza a hacer “cosas raras”: traba amistad con un jovenzuelo pelirrojo que trabaja en sus cocinas y que se convierte en su guía literario, pone en un aprieto al primer ministro francés al preguntarle por Jean Genet, provoca un retraso en el desfile de inauguración del Parlamento; en las audiencias reales, en vez de preguntar las cuatro trivialidades de rigor, pregunta a la gente qué está leyendo. En definitiva, empieza a tener un criterio propio. La relajación en el cumplimiento de sus funciones reales provoca primero la extrañeza y luego el enojo de algunos de sus más allegados, como Sir Kevin, su secretario privado, quien no cesa de indicarle, delicadamente al principio y con más rotundidad después, que la lectura está perjudicando su imagen.
Son numerosos los incidentes que provocan la risa y la simpatía del lector, propiciados por el hecho de que la protagonista sea quien es. Pero lo cierto es que, tomando a la reina de Inglaterra como personaje principal (lo cual es un acierto), Alan Bennett ejemplifica en ella sensaciones que todo lector ha experimentado alguna vez: el poder liberador de la literatura, el proceso mediante el que todo lector empieza leyendo algo que le atrae (independientemente de su calidad artística) y luego se va forjando y puliendo el gusto literario, el vértigo que sientes cuando te paras a pensar en todo lo que te queda por leer y, sobre todo, todo lo que no leerás nunca, los intentos de escribir algo propio…

En conclusión, es un libro con en el que cualquier lector voraz puede sentirse identificado. Además, si andáis justos de tiempo, se lee en una tarde (tiene unas 120 páginas). Muy recomendable.

2 comentarios:

Hutch dijo...

Creo ver en el origen anglosajón de la novela la influencia de nuestra común compañera, ¿no? El otro día adquirí el dvd de "The queen" de S. Frears, que tuvo muy buenas críticas. Espero verla dentro de poco. Saludos.

Suntzu dijo...

Lo has clavado, Angelus. Me lo compré porque ella me lo recomendó. Lo último que me acaba de pasar en DVD es una saga, "The Forsytes", que me ha encantado. Ya me contarás qué tal "The queen". Espero que responda a las expectativas.
Nos vemos prontito.
Saludos.